jueves, 24 de diciembre de 2015

Ser diferentes pero siendo auténticos




En ocasiones, es mejor que nos critiquen por ser diferentes a que nos comparen por habernos vuelto igual que los demás, igual a esos que un día nos rechazaron o despreciaron.



En la vida nos encontramos con muchas situaciones semejantes a la representada en este corto. La llegada de un “extraño” revoluciona a la comunidad, a esa clase de alumnos de secundaria, a ese bloque de vecinos o a ese pueblo de provincia.
Nuestros quince pajaritos azules descubren con alarma la llegada de ese pájaro grande y estrafalario. Lejos de integrarlo, lejos de responder a su amable saludo, inician un ensordecedor cuchicheo como pequeñas urracas conspirativas con sus ojos amenazantes.
  • Ser diferente se ve a menudo como una amenaza porque supone en ocasiones tener que cuestionar nuestro propio modo de vida, aquello que está bajo control y nos ofrece seguridad.
  • Ser parte de un grupo y cuidar de esas semejanzas comunes, es una aspiración para aquellos que están faltos de autoestima e identidad propia. Si adopto la del grupo y me dejo llevar me sentiré siempre seguro.
  • Ser diferente no es un problema, en realidad el problema lo tienen los demás por negarse a aceptar otras perspectivas, y a enriquecerse de lo que no es igual a uno mismo.
  • El ser diferente debería darnos la oportunidad de disfrutar siendo auténticos y únicos. Algo de lo que no muchas personas pueden enorgullecerse.
for-the-birds
Hay un aspecto maravilloso en el corto de “For the birds”: la actitud de nuestro protagonista, el modo en que el pájaro extraño y estrafalario hace frente a este grupo de pájaros revoltosos que con tanto recelo ven su presencia en el tendido eléctrico.
Su sonrisa no se pierde en ningún instante, es su carta de presentación, su fuerza y su encanto. Esa sonrisa amable se vuelve a instantes en curiosa y también piadosa, porque ante un grupo de criaturas negativas y antipáticas, la única fuerza que vale es sin duda la bondad y la amabilidad.
No se da por vencido. No le importa que ninguno de esos pajarillos le devuelva el saludo, no le importa tampoco que no le hagan un hueco en el cable del tenido. Nuestro protagonista persiste y resiste, y aún más, lejos de ir poco a poco para romper el hielo, decide acomodarse justo en el centro de todos ellos.
Este acto atrevido despierta todo un sinfín de críticas, de cuchicheos, de aleteos molestos y adorables gestos que nos sacarán mil sonrisas y sonoras carcajadas. El desenlace, es uno de los más épicos de Pixar, de ahí que en el 2001 se le concediera un Oscar al mejor corto de animación, junto con un premio Annie y otra mención en el Festival de Sitges.
En ocasiones, nuestro empeño por ser todos y iguales y semejantes, nos puede dejar en la “desnudez· de nuestras propias carencias. Algo que no ocurre con las personas auténticas donde ser diferente, es ser especial. “For the birds”, es una metáfora de esto mismo.
Fuente: La mente es maravillosa

jueves, 1 de octubre de 2015

Perdonar al otro o a nosotros mismos es como eliminar el veneno que nos daña dentro

Cuando nos hacen daño la reacción inmediata y lógica es ir contra quien nos lo hizo; pero esta reacción lógica y natural tiene sus problemas. A corto plazo, tratas de impedir que el daño continúes; pero si la acción sigue por mucho tiempo, te puedes ver reflejado en la siguiente metáfora:
Cuando alguien te hace daño es como si te mordiera una serpiente. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. Una vez que te ha dejado de morder, curar una mordedura así puede ser largo y difícil; pero cualquier herida se cierra finalmente. Pero el problema es mucho peor si la serpiente es venenosa y, que aunque se ha ido, te deja un veneno dentro que impide que la herida se cierre. Los venenos más comunes son el de la venganza, el del ojo por ojo y el de buscar justicia y reparación por encima de todo. El veneno puede estar actuando durante muchos años y, por eso, la herida no se cierra, el dolor no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía.
Cada vez que piensas en la venganza, o la injusticia que te han hecho, la herida se abre y duele, porque recuerdas el daño que te han hecho y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo de nuevo.
Sacar el veneno de tu cuerpo implica dejar de querer vengarse, en resumen, dejar de hacer conductas destructivas hacia quien te mordió. Como te decía, solamente pensando en la venganza el veneno se pone en marcha. Por eso, si quieres que la herida se cure, has de dejar los pensamientos voluntarios de venganza hacia quien te hizo daño.
Indudablemente tendrás que procurar que la serpiente no te vuelva a morder; pero para eso no tendrás que matarla, basta con evitarla o aprender a defenderte de ella o asegurarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción excepcional que no se volverá a repetir.
El proceso de perdón no implica el abandono de la búsqueda de la justicia ni de dejar de defender tus derechos, solamente se trata de no buscar en ello un desahogo emocional, que implique que la búsqueda de la justicia se convierta en el centro de tus acciones y que dificulte tu avance en otros de tus intereses, objetivos y valores.
Es una forma de presentar que el perdón es terapéutico, resaltando los procesos psicológicos que subyacen y los beneficios personales que tiene ejercerlo. De esta forma, se ven los efectos que tiene perdonar, dejando a un lado las connotaciones religiosas sociales, etc. que tiene la palabra perdón y que pueden hacer difícil entender que puede ser un proceso terapéutico.
Perdonar es un elemento relativamente nuevo en la terapia, comienza a introducirse tímidamente en los años 70; pero no es hasta los 90 cuando se empieza a considerar una herramienta terapéutica a tener en cuenta (Wade y otros, 2008), aunque sus efectos positivos en la persona son importantes.

Qué es el perdón

Hay consenso en considerar que perdonar consiste en un cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho el daño, por otras constructivas. (McCullough, Worthington, y Rachal, 1997).
Algunos consideran que perdonar no solamente incluye que cesen las conductas dirigidas contra el ofensor, sino que incluye la realización de conductas positivas (Wade y otros, 2008). Como indica la metáfora anterior, es preciso dejar de pensar en las conductas destructivas; pero dejar de pensar en algo voluntaria y conscientemente lo único que consigue es incrementar su frecuencia (Wegner, 1994). En consecuencia, para perdonar, es preciso comprometerse, por el propio interés, con el pensamiento de querer lo mejor para esa persona, aunque sea solamente que recapacite y no vuelva a hacer daño a nadie o deseando que le vaya bien en la vida, etc.
Si el proceso de perdón se hace adecuadamente, se modificarán en consecuencia, los sentimientos hacia el ofensor. Aunque algunos autores consideran que son los sentimientos los que originan las conductas, desde la terapia de aceptación y compromiso se parte de que los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones no condicionan obligatoriamente la conducta y que lo importante es la modificación de la conducta, que finalmente llevará a un cambio en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Por eso, perdonar no es contingente con la reducción o cese total de los pensamientos o sentimientos “negativos”; no es un estado afectivo o una condición emocional ni una colección de pensamientos y sentimientos; perdonar es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación (Zettle y Gird, 2008).
El perdón no es un acto único que se hace en un momento dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo largo del tiempo. Por eso se dan varios niveles de perdón (Case, 2005) que se pueden considerar como una serie de tareas que van completando e incrementando el proceso hasta llegar al grado más completo de perdón. El primer paso consiste en dejar de hacer conductas destructivas abiertas y explícitas (como cesar de buscar venganza o justicia, quejarse a todo el mundo, etc.) o encubiertas e implícitas (como desear conscientemente mal al agresor, rezar para que le pase algo malo, rumiar el daño que se ha recibido, etc.). El segundo nivel es hacer conductas positivas hacia él. Completando el perdón, si hay respuestas positivas por el perdonado, se puede llegar a restaurar la confianza en el agresor.
El considerar que hay distintos niveles de perdón, implica que para entender realmente en qué consiste el perdón terapéutico y hasta donde está dispuesto a llegar el paciente, sea necesario explicar con detalle el proceso que se va a seguir para perdonar.

Qué no es el perdón

Debido a que perdón es una palabra muy cargada ideológicamente, proponer los pacientes que realicen un proceso de perdón puede llevar a malos entendidos y por ello es necesario discutir con ellos qué es y qué no es el perdón que se propone. Algunos de los puntos que puede ser necesario aclarar son los siguientes:
El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos. Por ejemplo, el perdón no supondrá nunca restaurar la relación con alguien que con mucha probabilidad pueda volver a hacer daño.
El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica el cambio de conductas destructivas a positivas hacia el ofensor, tal y como se ha indicado. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Recordar algo es un proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en cualquier parte y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos  esos sentimientos si pueden llegar a ser voluntarias. El perdón no supone justificar la ofensa que se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho será siempre negativa e injustificable, aunque no se busque justicia o se desee venganza.
El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le imponga. El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar activamente que se haga justicia y es parco en las consecuencias que busca y, sobre todo, no intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia.
Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.

El proceso de perdonar

Cuando perdonar

Si el daño que se ha recibido trasciende el hecho emocional de sentirse injustamente tratado y lo único que se va a conseguir del otro es una compensación emocional, el perdón está plenamente indicado. También, cuando la búsqueda de la reparación se ha convertido en el centro de la vida del ofendido o interfiere con el seguimiento de otros valores, el perdón le permitirá poner distancia emocional para tener en cuenta todos los valores que está dejando de atender.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.

Primera etapa: análisis y reconocimiento del daño sufrido

El proceso comienza en la fase de análisis de lo ocurrido, incluyendo en ella el reconocimiento del daño que se ha recibido. Es preciso reconocer que se ha recibido un daño que duele, y aceptar ese dolor. Se hace de forma lo más objetiva posible, lo que va a permitir un distanciamiento emocional y los primeros pasos para entender las motivaciones del ofensor; lo que constituye un comienzo para construir una cierta empatía hacia el otro que está en la base del perdón. También han de analizarse con detalle las circunstancias que han influido para llevarle a hacernos daño, porque una atribución externa, inestable y específica del daño contribuye al perdón (Hall y Fincham, 2006) frente a la atribución interna, estable y global que lo dificulta.

Segunda etapa: elegir la opción de perdonar

El perdón para la víctima es una buena opción en cualquier caso. La metáfora del anzuelo que sugiere Steven Hayes, indica de forma clara cómo el no perdonar a alguien nos coloca en una situación permanente de sufrimiento y puede ayudar en este proceso:
Quien nos ha hecho daño nos ha clavado en un anzuelo que nos atraviesa las entrañas haciéndonos sentir un gran dolor. Queremos darle lo que se merece, tenemos ganas de hacerle sentir lo mismo y meterle a él en el mismo anzuelo, en un acto de justicia, que sufra lo mismo que nosotros. Si nos esforzamos en clavarle a él en el anzuelo, lo haremos teniendo muy presente el daño que nos ha hecho y cómo duele estar en el anzuelo donde él nos ha metido. Mientras lo metemos, o lo intentamos, nos quedaremos dentro del anzuelo. Si consiguiéramos meterle en el anzuelo, lo tendríamos entre nosotros y la punta, por lo que para salir nosotros tendremos que sacarle a él antes.
Si salimos del anzuelo, tendremos cuidado de no estar muy cerca de él porque nos puede volver a meter en el anzuelo y si alguna vez nos juntamos, tiene que ser con la confianza de que no nos va a volver a hacer daño.
Pero no es la opción de no sufrir lo que justifica una elección, sino una opción basada en los valores de la persona (Hayes y otros, 1999). Hay que tener en cuenta que se trata de valores como los define la terapia de aceptación y compromiso, es decir, como consecuencias deseadas a muy largo plazo, y no solamente como valores morales o éticos. Cuando hemos dejado a un lado esos valores para centrarnos en la venganza y se le hemos dedicado tiempo y recursos, pueden estar afectadas otras áreas de nuestra vida. Es en los valores afectados por la concentración en vengarnos en los que tenemos que encontrar los motivos para elegir perdonar.

Tercera etapa: aceptación del sufrimiento y de la rabia

El perdón no supone que se rechacen y esté mal tener sentimientos de rabia, de ira o deseos de venganza, aunque a algunos pueda parecerles que el perdón lo implica (Wade y otros, 2008). El problema no está en tener esos sentimientos o pensamientos, sino en actuar dejándose llevar por ellos en contra de los valores e intereses más importantes en ese momento (Hayes y otros, 1999). La propuesta de la terapia de aceptación y compromiso consiste en abrirse a sentir el sufrimiento, la rabia, la depresión y cualquier pensamiento, sentimiento, sensación o emoción que surja asociado al daño recibido, sin ninguna defensa; mientras nuestra acción sigue el compromiso con los valores que en ese momento sean más relevantes (Hayes y otros, 2004).
Si se ha elegido la opción del perdón, para llevarlo a cabo es preciso aceptar, en el sentido expuesto, los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. La aceptación es un proceso que finalmente lleva al cambio; pero hay que tener en cuenta que su objetivo no es la extinción del sufrimiento, sino el compromiso con los valores y el fortalecimiento de la acción comprometida con ellos (véase por ejemplo, García Higuera, 2007).

Cuarta etapa: establecer estrategias para autoprotegerse

El perdón no implica la aceptación incondicional del peligro de que ocurra de nuevo el ataque. En el análisis de lo ocurrido hay que incluir también la consideración de cómo los comportamientos de la víctima que han podido permitir o favorecer la ofensa (Case, 2005). Analizando lo que ha ocurrido, la víctima se puede dar cuenta de cuales eran los indicios que indicaban el peligro, lo que le dará más posibilidades de evitarlo en el futuro.

Quinta etapa: una expresión explícita de perdón

La expresión explícita del perdón es un paso importante aunque algunos pacientes puedan pensar que es solamente simbólico y vacío de contenido. Se pueden articular muchos ritos o maneras hacerlo. Esta acción explícita no es el final del proceso de perdón, sino la oficialización del inicio. Hay que tener en cuenta que es preciso volver a repetir el proceso siempre que sea necesario, ya que el ofendido no está libre de que le aparezcan de nuevo los, pensamientos, emociones, sensaciones y sentimientos asociados a la ofensa. Cada vez que surjan de nuevo los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones asociados a la ofensa, se tienen que repetir los pasos que sean necesarios.

viernes, 25 de septiembre de 2015

La culpa no es nunca del que confía, si no del que miente traicionando.


La confianza es como un puente de cristal frágil y transparente que eleva nuestra vida.Es probable que nos haya llevado mucho tiempo y mucho esfuerzo construirla, por lo que es un bien más que preciado.
Sin embargo, a pesar de que merece tanto trabajo y de que aporta tanta dicha, suele ser destruida en apenas unos segundos por nuestros descuidos, nuestros egoísmos y nuestras actitudes interesadas.
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se quiebra, algo en nuestro interior fallece. Esto ocurre porque la mentira pone en duda mil verdades, haciendo que nos cuestionemos incluso las experiencias que creíamos más francas.


Aunque la mentira pueda alcanzar límites insospechados, la verdad siempre acaba trascendiendo. Como se suele decir, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pues sus palabras y sus actos no se sostienen.
De todas maneras, el hecho de que todo caiga por su propio peso no quiere decir que el golpe no vaya a resultar aparatoso y doloroso. De hecho, lo normal es que ocurra precisamente lo contrario y que la mentira y la traición supongan un antes y un después en nuestra vida.
“Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama…. Si no en sus propias alas…”


La responsabilidad en la traición

Es común escuchar eso de “Si te traicionan una vez es la culpa del otro, pero si te traicionan dos veces, es tu culpa”. Lo cierto es que a esta afirmación no le falta razón, pero sí que debemos cogerla con pinzas.
O sea, la idea es que aprendamos de nuestros errores y que no repitamos nuestros fallos, pero en último término nunca deberíamos sentirnos culpables de que nos engañen. ¿Cómo vamos a ser nosotros responsables de lo que hagan los demás? Es una locura.
No obstante, es probable que esto nos haya atormentado en más de una ocasión, haciéndonos sentir estúpidos por haber caído en las redes de alguien a “quien se venía venir”. En este sentido, resulta muy fácil atar cabos cuando ya se ha caído la casa y se ha despedazado.
Ni somos adivinos ni somos infalibles. Además, los demás tampoco son perfectos y en algunos casos tenemos que plantearnos que las buenas personas también cometen errores, por lo que también hay que estar abiertos a perdonar.
“Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma…. descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tu también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida”.


La herida emocional de la traición

La ingratitud y la traición nos duelen especialmente cuando afectan a las personas que queremos y tenemos alrededor, como nuestra pareja, nuestros amigos o nuestra familia. Cuando esto ocurre comienzan a actuar la rabia, la impotencia y la ira, haciendo que perdamos los papeles.
También es muy doloroso (y por desgracia demasiado común) que alguien haga algo por nosotros esperando solamente recibir algo más por nuestra parte. Este tipo de traición nos rompe los esquemas y sumerge nuestro mundo emocional en un auténtico caos.
No obstante, aunque el engaño nos duele en lo más profundo de nuestro corazón, no tiene mucho sentido que porque nos hayan herido cambiemos nuestra forma de ser y nos comportemos mal con otra gente a modo de venganza o despecho.
Por increíble que parezca, esta reacción es bastante común cuando la “herida emocional” está abierta e infectada. De la misma forma, tampoco porque nos la hayan jugado tenemos que vestir con una armadura ante todas las personas que nos rodean.Basta con que nos protejamos contra el traidor.

Cómo sobreponerse a la traición

La seguridad, la franqueza, la honestidad y la lealtad en nuestras relaciones son un pilar básico para mantener nuestro crecimiento. Sin embargo, las dudas, el recelo y la falsedad solo nos hacen daño, nos queman y nos envenenan.
Asimismo, si bien la desconfianza clava profundas espinas en nuestro interior, todos podemos superarlo. Es normal que ante estas situaciones crezca la duda y con ella el recelo, pero esto no debe constituir una oportunidad para desconfiar de los demás.
O sea, que puestos a que es probable que nos encontremos en más de una ocasión con esta situación tan indeseable, debemos entender que es una oportunidad para crecer como personas y elegir mejor a la gente de la que nos rodeamos

sábado, 19 de septiembre de 2015

Caminar previene la depresión y vuelve al cerebro más creativo

Caminar vuelve al cerebro más creativo y le cura las penas
Puede que el título de este artículo te haya sorprendido. ¿Puede la simple costumbre de caminar hacer que nuestro cerebro se vuelvas más creativo y que, además, nos sintamos más felices? En efecto, así es. Y no lo decimos nosotros, sino la mayoría de médicos y neurólogos.
Uno de estos expertos es, por ejemplo, el neurólogo José Ángel Obeso, director del Centro Integral en Neurociencias de Madrid (España). Su trabajo diario en los hospitales y su contacto con personas que atraviesan procesos de depresión, le han hecho ver lo terapéutico que resulta el recetar “una hora de paseo diario”. Y aún más, caminar, a ser posible, por un entorno natural.
Como ya sabes, la depresión, o incluso pasar periodos muy largos con estrés y ansiedad, hacen que nuestro cerebro presente un déficit en procesos cognitivos básicos, como es el caso de la memoria, la capacidad de comprensión, la creatividad, etc. Si anduviéramos todos los días, todas estas dimensiones mejorarían notablemente.
Ahora ya no tienes excusas. Después de leer este artículo, estamos seguros de que vas a poner en práctica este remedio tan eficaz y terapéutico:¡Caminar!

El “cerebro automatizado” y la infelicidad

Mujer-cansada
Hay un aspecto realmente interesante que debemos tener presente. Hábitos que, sin que nos demos cuenta, van haciendo que nuestro cerebro acabe “automatizado” y, por tanto, estresado. No olvides estos aspectos:
  • El mayor enemigo para nuestro cerebro es la rutina. El simple acto de hacer todos los días las mismas cosas consigue que vayamos cayendo en una especie de depresión y en un inevitable desánimo. Poco a poco, nuestro cerebro se vuelve un poco más lento. Nuestra atención ya no es la misma porque, en realidad, no tenemos estímulos nuevos en los que fijarnos. Tenemos algunos fallos de memoria porque pocas cosas nos parecen ya interesantes. Ante una baja motivación, el recuerdo es menor.
  • La rutina nos baja el ánimo y el desánimo, en consecuencia, afecta notablemente al cerebroestablecemos menos conexiones neuronales, menos sinapsis…
  • Día a día, nuestro cerebro actúa ya de modo automatizado. Ya no hay momentos para el disfrute y la creatividad, y él se rige entonces por pautas establecidas, como funcionaría, por ejemplo, cualquier ordenador al que hubiéramos programado. Es un riesgo muy elevado para nuestra salud emocional y, también, física.
Según el doctor José Ángel Obeso, los cerebros automatizados se dan especialmente en las grandes ciudades. Entre aquellas personas que apenas dedican tiempo a sus propias necesidades emocionales, que viven en grandes urbes rodeadas de contaminación y dosis muy elevadas de estrés.

Caminar, un acto de liberación personal

Caminar-para-relajarse
“Los caminantes no tienen obligaciones, solo el sencillo placer de liberarse paso a paso en su camino”. Según el doctor José Ángel Obeso, los beneficios no se notan en el primer día, sino cuando llevamos ya una semana y caminar es un hábito más en nuestras vidas. Es entonces cuando empezamos a notar sus terapéuticos resultados:
  • Al andar, el cerebro no tiene que preocuparse de nada. Andar es fácil, todo el mundo puede hacerlo y si, además, recibe una dosis extra de oxígeno y del aire puro de la naturaleza, se siente aún mejor. Es en ese momento cuando empieza a estimularse nuestro lóbulo frontal, ese que está relacionado con la creatividad y el estado de ánimo. Si a ello le sumamos la liberación natural de endorfinas, es entonces cuando aparece la magia. El cerebro se siente más eufórico y optimista.
  • Ante un mejor estado de ánimo, aparece un aumento de la creatividad. No hay presiones, la hormona del cortisol que se segrega con el estrés desaparece y se rompen esos muros que, habitualmente, nos traen el negativismo. Es el momento en que vemos las cosas de otro modo. Nos notamos más relajadas, más entusiastas, más confiadas.
  • Las personas estamos acostumbradas a movernos en espacios pequeños:nuestro hogar, nuestro trabajo, los restaurantes a los que vamos, los supermercados… Son espacios limitados, siempre llenos de gente. Lugares conocidos en los que, habitualmente, se encienden nuestras tensiones. Sin embargo, el simple hecho de empezar a caminar por un espacio natural y abierto se convierte en un maravilloso acto de liberación y de expansión.
  • Según el doctor José Ángel Obeso, debemos buscar, ante todo, el contacto con la naturaleza. Es como volver al útero materno, a nuestros orígenes. No es ningún acto espiritual sino, más bien, una necesidad orgánica. Si andamos por nuestras ciudades, seguimos respirando muchas de esas partículas contaminadas. Lo ideal es que nuestros pulmones se llenen de oxigeno puro, y  también es necesario que nuestros ojos se encuentren con escenarios nuevos, con nuevos estímulos con los que se enriquezca nuestro cerebro.
caminar-para-las-varices
Desde nuestro espacio te invitamos, una vez más, a que te animes a caminar cada día, al menos, durante media hora. Ve al parque, a la montaña, a la playa. Verás cómo, al cabo de las semanas, has mejorado en salud física y emocional. Andar es mucho mejor que un analgésico o unas vitaminas. ¡No lo dudes!

martes, 15 de septiembre de 2015

¡ Necesitas sexo! ¿Como te avisa tu cuerpo?

Las necesidades fisiológicas y el apetito sexual pueden hacerse evidentes en nuestro cuerpo mediante una serie de síntomas que reflejan el deseo de sentir contacto sexual y vivir experiencias excitantes.
La falta de sexo afecta física y emocionalmente a las personas, incluso sin que estas se lleguen a dar cuenta. Y es que esta necesidad humana va mucho más allá del placer que genera, pues también cumple una función importante en la salud y elbienestar.
Por diferentes motivos algunas personas intentan reprimir su deseo sexual y se cohíben de aquello que desean; otras tienen más facilidad para expresarse y no dudan en vivir el momento al máximo cuando se da la oportunidad.
En todo caso, cuando pasa el tiempo y no tienen una experiencia sexual satisfactoria, sus deseos reprimidos se pueden hacer evidentes mediante ciertos comportamientos o señales.

1. Falta de sueño

Insomnio
¿Dificultades para dormir en los últimos días? La actividad sexual ayuda a segregar una hormona conocida como oxitocina, importante para tener un sueño adecuado y placentero.
Cuando una persona pasa mucho tiempo sin sexo puede empezar a tener dificultades para conciliar el sueño.

2. Mal humor y estrés

Enojado
Tener altibajos en el carácter, en especial en el ámbito social, es una probabilidad de que el cuerpo necesita sexo.
Obviamente, no en todos los casos es esta la razón del estrés y el mal humor. Sin embargo, cuando pasan semanas y meses sin sentir satisfacción sexual, hay un mayor riesgo de estallar en emociones negativas como la irritabilidad, el pesimismo y otros cambios de humor bruscos.
Es importante saber que el sexo contribuye a tener un mejor estado de ánimoy, aunque muchas veces se intente ignorar, es una necesidad que no se puede reprimir.

3. Incrementan las fantasías

Fantasias
En mayor o menor medida, toda persona sueña o tiene presentes algunas prácticas sexuales; por lo general ocurren durante la noche, o como producto de algún tipo de estímulo.
No obstante, cuando estas fantasías se convierten en algo frecuente y aparecen en diversos momentos del día, es porque el cuerpo está ansioso por tener relaciones sexuales.

4. Falta de brillo en la piel

Caricias
Parece incoherente pensar que el acto sexual puede mejorar el estado de la piel, pero no lo es. Cuando se practica sexo con frecuencia, los poros de la piel se abren y liberan las impurezas que se suelen acumular y que dan lugar a las imperfecciones.
Es obvio que no se trata de un tratamiento estético; sin embargo, como cualquier otra actividad física, el sexo facilita la eliminación de toxinas mediante el sudor y activa la circulación sanguínea.
Si notamos que, de repente, el rostro ha perdido su brillo natural y hay más acné de lo habitual puede ser un indicio claro de falta de sexo.

5. Menos sociales

Circulo social
El dejar de tener experiencias sexuales puede provocar un aislamiento social.Esto se explica por la disminución en la producción de endorfinas, sustancias que ayudan a mantener el buen humor y el deseo de estar rodeados de más personas.

6. Malestares físicos

Dolor de cabeza
¿La razón? La falta de sexo disminuye la producción de serotonina y endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad y famosas por actuar como un analgésico natural.

7. Inseguridad

Inseguridad
Es muy probable que, al dejar de mantener relaciones sexuales, la persona empiece a sentir cierta inseguridad en sí misma y en todo lo que hace.
El sexo es una actividad que mejora la autoestima y que permite tanto al hombre como a la mujer sentirse deseados y atendidos.
El no tener este tipo de experiencias provoca una insatisfacción propia que puede derivar en depresión, ansiedad y dificultades para tomar decisiones acertadas.

8. El peligroso sentimiento de soledad

Marilyn Soledad
¡Cuidado! El sentir soledad puede llevar a tomar decisiones poco acertadas, en especial cuando de sexo se trata.
Tras pasar mucho tiempo sin sentir la emoción del sexo, el sentimiento de lasoledad empieza a dominar las emociones y puede ocurrir lo siguiente:
  • Ronda la idea de llamar, buscar o regresar con una expareja.
  • Se busca sexo en alguien cercano, como un amigo (o amiga) o un amante.
  • Hay una gran posibilidad de desear sexo casual con un desconocido durante una fiesta, sobre todo después de ingerir algunos tragos.
Decimos que son decisiones poco acertadas ya que cada una puede traer consigo consecuencias negativas, aunque no en todos los casos

Fuente:Mejor con salud

lunes, 7 de septiembre de 2015

La vida no es como es,es como somos. Pensamiento positivo

Solemos tener una percepción de nosotros mismos y de la vida ,íntimamente ligada con nuestro sistema de creencias, con nuestro particular sistema de valores, con la educación que hemos recibido, con nuestro enfoque y nuestras actitudes.
Nosotros, nos guste o no,definimos y creamos nuestra realidad desde nosotros mismos.
Constantemente la vida nos obliga a enfrentarnos a situaciones y circunstancias que nos empujan a cuestionarnos a nosotros mismos, a tomar consciencia de nuestras limitaciones, de nuestros temores más profundos.
A menudo,frente a estas situaciones,nosotros nos erigimos como nuestros peores enemigos, como nuestros jueces más severos, como nuestro principal impedimento para conseguir aquello que deseamos.
Podemos elegir ser víctimas, arrastrados por la corriente de las circunstancias , o percibirnos como seres poderosos, como agentes activos en la construcción de nuestro destino.
Si bien no podemos controlar aquello que depende del azar, si podemos decidir conscientemente encarar el contexto que nos ha tocado vivir con una actitud alegre , positiva y constructiva.
Nuestras actitudes,nuestras creencias,si dependen de nosotros.
El pensamiento positivo no es ajeno a la composición de la realidad, no es ajeno al dolor,al sufrimiento, al temor.  Sin embargo, nos ayuda a tomar consciencia de esa dimensión creadora de nuestro ser, reforzando la idea de que uno puede llevar  una vida alegre y satisfactoria ,sean cuales sean las circunstancias externas que le rodean.
El pensamiento positivo nos da un impulso enérgico para hacer frente a todo aquello que sucede en nuestro interior y a nuestro alrededor desde una posición de poder.
La actitud positiva y constructiva es un trampolín que nos impulsa a vencer nuestras barreras y limitaciones en  el camino para lograr aquello que deseamos ser y hacer.






miércoles, 2 de septiembre de 2015

Mantener alejada a la gente tóxica,la que nos complica la vida




Mantener unos límites razonablemente saludables con la gente tóxica puede llegar a ser difícil. Eso es porque en general este tipo de personas no quieren que tengastus propios límites. Puede que no sea una decisión consciente, simplemente a menudo es la única estrategia de relación que conocen. Lo cierto es que, independientemente de si es intencional o no, el resultado es el mismo: Tus límites son violados.
¿Cómo podemos entonces mantener nuestra posición ante estas personas? Te ofrecemos a continuación algunas sugerencias:
1 . Darte cuenta de que tus necesidades son importantes.
Cuando dudas de tu propia importancia estás permitiendo que las manipulaciones de ciertas personas difíciles o tóxicas obtengan un punto de apoyo. Sin embargo, cuando entiendes que tu tiempo, tu dinero, tu dignidad y tus necesidades son vitales para tu bienestar, es más fácil poner en su sitio a las personas que quieren romper tus límites.
Si a menudo tienes dudas sobre tu propia importancia, pueden serte útiles algunas de estas sugerencias:
– Estar con personas que te aprecian. Tu grupo social es como un espejo que refleja tu propio valor.  Puedes elegir entre rodearte de gente difícil, egoísta que refleje tu baja autoestima, o puedes rodearte de gente amable, que te respetan y te cuidan y te ayudan a creer que eres digno de ese amor y cuidado.
– Consulta a un terapeuta. La terapia ayuda a construir y reforzar la autoestima y a localizar los obstáculos que te están impidiendo llegar a valorarte a ti mismo apropiadamente.
– Se realista y objetivo. Crea una lista con cada una de las formas en que ayudas a hacer del mundo un lugar mejor. Por ejemplo, seguro que eres un buen amigo de alguien, que haces sonreir a tu cónyuge o tus amigos de forma regular, o que estás comprometido con el reciclaje. Sólo por ser humano ya mereces una serie de derechos fundamentales y de respeto, pero si te fijas un poco más seguro que puedes encontrar cualidades únicas sobre ti mismo.
– Se justo contigo. Si crees que todas las personas merecen respeto, esto te incluye a ti. Si permites que otros te traten como basura, y crees además que tienen derecho a hacerlo, no estás siendo justo.
2 . Ser firme y amable.
Ser firme no significa ser insensible, menospreciar o lastimar a otra persona. Se puede ser firme y amable al mismo tiempo.
3 . Tener expectativas realistas.
Si conoces a una persona que no respeta tus límites y tienes claro que será difícil mantener una relación, debes limitar la cantidad de tiempo que interactúas con ella si esperas mantener tus límites a salvo. No esperes nada bueno, aunque a priori pueda resultar difícil.
4 . Mantenerse alejado.
Muchas veces es importante hacer frente a la gente tóxica, levantarse por sí mismo, y tal vez incluso ponerlos en su lugar, pero a veces alejarse es una estrategia más razonable. Algunas personas son simplemente demasiado tóxicas para enfrentarlas.
5 . Saberse responsable.
Recuerda que proteger tus límites depende exclusivamente de ti. Las personas tóxicas quieren que creas que tu reacción es exagerada o inapropiada, pero recuerda que su único objetivo es hacerte bajar la guardia.
Es típica la situación en que alguien te ridiculiza de manera constante, y cuando te hartas y le pides que deje de hacerlo, te responde que no sabes aguantar una broma. Ante una situación así es importante evaluar el contexto y decidir cómo actuar para que cese en su conducta en el futuro. Es tu decisión cómo y cuando hacerlo y estás en tu perfecto derecho.
En cualquier caso, cuando una persona tóxica intenta violar tus límites, se abre ante ti una gran oportunidad para comprender mejor lo que eres y lo que es importante para ti, y también para hacer crecer esa necesaria voz que te ayudará a reclamar tu territorio, defender tus derechos y declarar lo que vales


Fuente ,Psicopedia